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  • David Crevillén C. - GrupoDC Solutions / Beatriz

Resistencia sin líder: El tiroteo de Nueva Zelanda

Actualizado: 11 oct 2020


Year 4 - Week 15

ISSN 2603 - 9931

Cuando analizamos un incidente de tirador activo, es útil poder incluir al sujeto atacante en una categoría operativa, con la finalidad de poder detectar la presencia de pautas de acción que, a su vez, nos permitan extraer y sistematizar conclusiones. La masacre de Christchurch, en Nueva Zelanda, el pasado 15 de marzo, es uno de esos casos donde la interacción de distintas variables ofrece un amplio campo para el estudio y análisis de casos, y para la posible detección de pautas. Este artículo es un análisis preliminar del ataque y sus elementos.

1.- El ataque.

La mañana del viernes 1 de marzo, Brenton Tarrant, de 28 años, condujo hasta una mezquita cercana en Christchurch, Nueva Zelanda, con su coche cargado de armas de fuego. Minutos después aparcó en el lateral de la mezquita de an-Noor, y dejando el coche en marcha, cogió dos de las armas y una escopeta, y entró en la mezquita, abriendo fuego sobre los fieles congregados en su interior en la celebración del día santo de la semana musulmana, el viernes, por tanto día de mayor afluencia de fieles a las oraciones. Tras seis minutos de ataque, Tarrent volvió a recargar a su coche y retornó al interior para rematar a algunas de las víctimas, para volver a salir, subir al coche y dirigirse a gran velocidad a una segunda mezquita a seis kilómetros de la primera, Linwood Islamic Association. De camino se cruza con los primeros coches patrulla que se dirigen a la mezquita de an-Noor para responder al incidente armado, pero la amenaza se ha movido a un siguiente objetivo, donde acabó con la vida de otras siete personas, incluyendo dos niños, también congregados durante el rezo. Esta evolución dinámica de la amenaza significó una situación de Asalto Múltiple, donde los primeros intervinientes hubieron de dividir sus capacidades para responder a dos escenarios diferentes separados por seis kilómetros, en cuestión de minutos.

El ataque completo, desde su comienzo hasta que Tarrant fue detenido por un coche patrulla que lo sacó de la carretera cuando huía de Linwood, duró 36 minutos. Para entonces, el saldo de víctimas era de cincuenta muertos y otros tantos heridos, algunos de gravedad.

Tal y como lo define el Crime Classification Manual, un asesino en masa es aquél que mata a cuatro o más víctimas en una misma localización o escenario, mientras que un “spree murder[1]” –entendiendo el término “spree” como oleada de actividad descontrolada que se prolonga en un mismo periodo de tiempo- consiste en el asesinato de tres o más víctimas en más de una localización, sin un periodo de enfriamiento -cooling off- entre los asesinatos. El periodo de enfriamiento se refiere al estado de retorno de un asesino a su forma habitual de comportamiento entre asesinatos[ii]. Así, el caso de los asesinos en serie se referiría a asesinos en masa con periodos de enfriamiento, mientras que en el caso de los “spree murderers” se trataría de asesinos en masa sin periodos de enfriamiento; esta segunda acepción es la que utiliza el FBI en su definición operativa de tirador activo. De acuerdo con este marco teórico, Tarrant sería considerado un tirador active –en base al modus operandi-, pero también entraría en la categoría de “spree murderer”, debido al desarrollo del ataque en una escena duplicada en dos mezquitas, durante un mismo periodo breve de tiempo.

2.- El atacante.

Las autoridades neozelandesas han tratado el ataque como un acto terrorista, si bien realizar estas declaraciones sin caer en la mera retórica precisa de un análisis con mayor profundidad. Partiendo de una definición operativa, basada en autores ya clásicos como David Rapoport o Martha Crenshaw, podemos definir “Terrorismo” como el uso ilegal de la violencia con una motivación política que busca el cambio de un poder u orden establecido a través del impacto físico y psicológico de dicha violencia sobre una sociedad-objetivo, seleccionada de acuerdo al marco ideológico del grupo terrorista.

Parece fuera de toda duda que el atacante presentaba una motivación ideológica, expresada en su manifiesto de 74 páginas, titulado “The Great Replacement”, que critica la inmigración masiva de no-occidentales a los países occidentales, y basa su motivación para llevar a cabo el ataque en aspectos como:

  • “To take revenge on the invaders for the hundreds of thousands of deaths caused by foreign invaders in European lands throughout history.

  • (…)

  • To take revenge for the thousands of European lives lost to terror attacks throughout European lands.

  • (…)

  • To directly reduce immigration rates to European lands by intimidating and physically removing the invaders themselves.”

En este discurso, marcado por claros tintes racistas, el atacante muestra una ideología supremacista blanca que define la motivación subyacente para llevar a cabo el ataque y la selección tanto de objetivos como de modus operandi. En un ataque con claras reminiscencias del perpetrado x Anders Breivik en 2011 en Oslo y la isla de Utoya, también Tarrant estaba conectado a la misma red ideológicamente difusa diseñada hace tres décadas por Louis Beam en Estados Unidos, para evitar la decapitación del movimiento supremacista blanco por las fuerzas de seguridad. El resultado fue el desarrollo de la doctrina de la “Resistencia Sin Líder”, donde la ausencia de lazos organizativos entre los miembros del movimiento es sustituida x conexiones ideológicas basadas en la distribución de propaganda que a su vez indicaba las pautas de comportamiento del miembros, el modus operandi y objetivos a seleccionar, en una suerte de “propaganda por los hechos” capaz de movilizar a actores individuales con capacidad de llevar a cabo nuevos ataques siguiendo pautas similares. En otras palabras, Beam sentó las bases de lo que hoy conocemos popularmente como “Lobos solitarios” y que tanto Breivik como Tarrant han llevado a cabo.

3.- Los objetivos.

Analizar el objetivo proporciona una mayor comprensión del ataque. En este sentido, debemos diferenciar las víctimas-objetivo de las instalaciones-objetivo.

El objetivo como víctimas es simbólico. En este caso, la comunidad musulmana de Christchurch es representativa de la comunidad musulmana de Nueva Zelanda, que a su vez representa el objetivo mencionado en el manifiesto, la población inmigrante que está destruyendo a los países occidentales y que debe ser eliminada. Como suele suceder en incidentes de tirador activo, las víctimas eran aleatorias en el sentido de desconocidas para el atacante, pero pertenecen a un nicho social que constituye un objetivo potencial conectado al marco ideológico concreto del atacante.

El objetivo como instalaciones se relaciona con el ciclo de planeamiento terrorista y la búsqueda de efectividad en el ataque. Las mezquitas, como cualquier otro lugar de oración, se incluyen en la categoría de soft targets u objetivos blandos –lugares de congregación en masa de víctimas potenciales con una baja percepción de amenaza, y bajas medidas de seguridad para no perturbar el normal desarrollo de la actividad que en el lugar se desarrolla-. Los objetivos blandos pueden ser tanto áreas confinadas como abiertas, si ben de alguna manera delimitadas; en el caso específico de los lugares de oración, normalmente se tratan de espacios cerrados donde las víctimas potenciales, concentradas en cifras elevadas, encontrarán incluso mayores dificultades para huir del atacante. En los tres ataques terroristas supremacistas más recientes y con may0r número de víctimas, el de Breivik en Utoya, Robert Bowers en la sinagoga Tree of Life de Pittsburgh (2018), y este, el hecho de atacar soft targets debe ser remarcado, puesto que implica una idea preplaneada de maximizer el número de bajas, mientras que el ciclo de planeamiento y modus operandi no conllevan un elevado grado de dificultad –en los tres casos el MO utilizado fue tirador active, salvo en el caso de Breivik, que lo combinó con un coche bomba detonado poco antes en Oslo y que ciertamente retrasó la puesta en marcha del ataque varios meses -; en este sentido, a pesar de que la adquisición de armas adecuadas en cuanto a potencia de fuego para lograr el propósito del ataque puede representar un problema logístico, las capacidades técnicas del atacante se pueden reducir, si se comparan, por ejemplo, con las requeridas para la fabricación y manipulación de explosivos y montaje de IEDs con una capacidad suficiente como para provocar el mismo número de víctimas, lo que en contrapartida podría incrementar en el tiempo la preparación del ataque y consecuentemente el rastro necesario para detectar y neutralizar la amenaza antes de materializarse.

4.- Simbolismo e impacto psicológico.

En este sentido podemos mencionar dos aspectos diferentes, simbolismo como movilizador y simbolismo como impacto psicológico.

Respecto al primer aspecto, debemos subrayar el mensaje enviado con las inscripciones escritas en las armas, que coinciden con el mensaje del manifiesto. Armas y cargadores estaban cubiertas de inscripciones con nombres de personajes relacionados con la lucha histórica y actual contra el Islam, desde la invasión europea en el siglo VIII a las Cruzadas, la invasión Otomana y su derrota final en Europa del Este, etcétera. La apelación a hechos históricos es un movilizador identitario clásico, que desarrolla la visión dicotómica del mundo, dividido en “ellos” y “nosotros”.

Finalmente, uno de los nuevos elementos introducidos en este ataque ha sido el uso de retransmisión en vivo a través de Facebook del ataque completo, gracias a la cámara GoPro que el atacante llevaba montada sobre su casco. Como sucedió con el manifiesto, pero probablemente con un impacto mucho mayor debido al contenido gráfico y a la plataforma de distribución, el video se hizo viral en cuestión de horas, maximizando el impacto psicológico del mensaje para ambas audiencias-objetivo, los propios potenciales correligionarios del supremacismo blanco que pueden seguir el ejemplo de la acción directa con los recursos disponibles, y las víctimas potenciales de nichos sociales similares al atacado en Christchurch.

Muchos otros elementos de este ataque requieren un análisis en mayor profundidad. El acceso a armas, la posible modificación de las mismas. El ciclo de radicalización del atacante y las posibles conductas de riesgo exhibidas. Las capacidades de los primeros intervinientes en situaciones de múltiples escenarios que requieren división de fuerzas. Programas de conciencia situacional y de seguridad para los fieles. El equilibrio entre libertad de expresión y crimen de odio y la distribución de propaganda por canales abiertos como Facebook. Demasiado pronto para extraer conclusiones definitivas, demasiado tarde para prevenir este último incidente armado con múltiples víctimas.

[1] La traducción literal sería “asesino múltiple”, sin embargo se perdería el matiz de la ausencia de periodos de enfriamiento entre ataques o asesinatos, por lo que se mantiene el original en inglés (nota de los autores).

(3) Burgess, A. (2006), Mass, Spree, and Serial Homicide. Crime Classification Manual. P. 437.

Artículo publicado en la revista Tactical Online en abril de 2019

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