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  • David Crevillén - CEO / Vocal de ASIS España

Cuatro años formando en gestión de incidentes armados.

Actualizado: 11 oct 2020


Semana 45

ISSN 2603 - 9931

Hace cuatro años una serie de términos como amok o tiradores activos comenzaban a sonar en nuestro país, en muchos casos utilizados de forma errónea. Si nos fijamos en las fechas, tres años atrás era el primer aniversario de los atentados de París y habían pasado apenas unos meses tras San Bernardino, Bruselas o Niza. El Estado Islámico aún no había perdido Alepo ni Raqqa, y sus mensajes llegaban cargados de amenazas a los países europeos. Berlín, Londres, Barcelona, Estrasburgo, aún no habían tenido lugar. Tampoco habían tenido lugar el tiroteo en un instituto de Parkland ni en la sinagoga Tree of Life de Pittsburg, ni en el centro comercial de El Paso.

Sin embargo, en GrupoDC Solutions ya éramos conscientes de que “el aquí no va a pasar” no era un seguro a todo riesgo frente a incidentes armados. La seguridad -especialmente cuando lo que está en juego son vidas humanas- no debería dejarse al azar y la buena fortuna de que, si sucede, probablemente lo haga en otro lugar. Del mismo modo, éramos -y somos- conscientes de que la seguridad no puede depender exclusivamente de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, y que la sociedad civil, entendida por la propia ciudadanía y los servicios de seguridad privados, deben actuar como multiplicadores, en su papel de intervinientes inmediatos. Y éramos -y somos- conscientes también de que, analizando la casuística de ataques producidos, que se vino reproduciendo en años sucesivos, todos ellos habían tenido lugar en lo que podemos denominar “objetivos blandos” o “soft targets”, aquellos que presentan bajas medidas de seguridad y una alta concentración de víctimas potenciales, donde la percepción de la amenaza también es limitada. Lugares donde, con gran frecuencia, los únicos profesionales de la seguridad son los agentes de seguridad privada y donde, en la mayoría de los casos, su labor se orienta más a la prevención de ataques contra la propiedad privada que propiamente a funciones de prevención y gestión de incidentes tan complejos como son los incidentes armados.

En este contexto, celebramos el primer simulacro de formación para Intervinientes Inmediatos en Gestión de Incidentes Armados, en un conocido centro comercial barcelonés. La formación se articuló en tres ejes: la definición de la amenaza, analizando las distintas categorías de atacantes según su perfil psicológico e ideológico y los modus operandi que éste determina, un segundo eje operativo -teórico-práctico- acerca de la respuesta operativa a dichos incidentes, que incluía aspectos tales como la aplicación del protocolo Run-Hide-Fight/Tell, acarreos y arrastres, uso de torniquetes y otras acciones encuadradas en los algoritmos THREAT y MARCH-ED, y un tercer eje basado en la simulación sobre escenarios realistas de incidente armado del equipo de seguridad privada de dicho centro, donde se testasen los conocimientos adquiridos en la parte teórica y teórico-práctica previa. El informe de auditoría realizado nos llevó a ser conscientes de la necesidad de una metodología de trabajo que nos permitiese analizar los resultados y establecer comparativas: fruto de este esfuerzo sistematizador surgió el método MARÍA, que aplicamos en cada una de nuestras formaciones, integrado en los After Action Reports elaborados.

Sin embargo, el esfuerzo formativo no debía quedar ahí. La heterogeneidad en los mecanismos de respuesta a incidentes críticos, como son los incidentes armados, que pueden producirse en cualquiera de los objetivos blandos que nos rodean, puso de manifiesto la necesidad de enfoques integrales. Apenas unos meses después, cuando ya se había incrementado el número de ataques terroristas en Europa, celebrábamos una nueva formación en el mismo centro comercial, ampliando el número de asistentes, y celebrando el que fue el primer simulacro multi-agencia conjunto con seguridad privada celebrado en España, siendo las lecciones aprendidas de extremado valor para todas las instituciones participantes.

A día de hoy, dicha formación se ha repetido con regularidad en diversos puntos de la península, ampliando el espectro de participantes. Dentro de nuestra visión formativa para intervinientes inmediatos, hemos continuado trabajando en la adaptación de un contenido a priori específico para los profesionales de la seguridad privada, a los demás miembros de la organización, como es el personal administrativo y ejecutivo de la misma, quienes, con su actuación, también resultarían determinantes en la gestión de cualquier tipo de incidente armado en sus instalaciones, desde la detección y alerta temprana a la gestión del mismo durante su ejecución.

Así, los tres ejes básicos se han expandido en búsqueda de formaciones más específicas, más adaptadas, más precisas, y sin embargo interconectadas e integrales, a nivel de organización. Patrones como la gestión de riesgos, la creación de equipos multidisciplinares en materia de alerta temprana y coordinación con agencias públicas vinculadas a la gestión de comportamientos de riesgo -tanto fuerzas de seguridad como sanidad-, la adaptación a distintos estándares y guías de buenas prácticas internacionales, así como la aplicación y desarrollo de directrices tales como las TECC o los Consensos Hartford al ámbito de la seguridad privada, nos permiten seguir avanzando en la formación de los intervinientes inmediatos con contenidos actualizados y, sobre todo, realistas y eficaces.

Cuatro años después de la primera formación integral, creemos que el camino por recorrer es todavía largo, y que la concienciación social en nuestro país dista de ser la deseable. Sin embargo, las bases están sentadas, desde una perspectiva realista y rigurosa. Volviendo al comienzo de este breve artículo, porque la seguridad, cuando lo que está en juego son vidas humanas, no debe dejarse al azar, a la probabilidad, ni a la moda.

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