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  • Beatriz Gutierrez

Prevención primaria y CPTED aplicado a la seguridad.

Actualizado: 11 oct 2020


Semana 42

ISSN 2603 - 9931

El término “prevención del crimen” trae a colación normalmente programas que están separados del sistema de justicia penal formal, y que se basan en gran medida en el esfuerzo ciudadano. Normalmente esta categoría de programas se insertan en lo que se denomina “prevención primaria”, que se basa en la eliminación de influencias que generan comportamientos desviados en el entorno físico y social de una comunidad. Dichos programas no tienen por objetivo los individuos que ya han cometido delitos o pueden presentar tendencia a cometerlos, sino que abordan directamente factores físicos y sociales del entorno que proporcionan la oportunidad para que el comportamiento desviado tenga lugar.

El entorno físico y la criminalidad. Programas CPTED.

Este tipo de programas tienen su origen en los años 50 y 60 en Estados Unidos, donde diversas escuelas arquitectónicas y urbanísticas creían que el diseño urbano de las ciudades tenía un impacto sobre el comportamiento, especialmente en lo referente a delincuencia puesto que determinados cambios físicos pueden dificultar la comisión de delitos, reduciendo el margen de beneficios -económicos o personales, como la privación de libertad- que el delincuente espera.

El conjunto de técnicas que modifican el diseño físico en una zona determinada con el propósito de reducir la criminalidad se denominan “Criminal Prevention Through Environmental Design”. Se basan en el concepto de Oscar Newman del “espacio defendible” (1972) y giran en torno a cuatro principios: territorialidad, vigilancia, endurecimiento de objetivos (target hardening) y reconocimiento de usuarios legítimos.

El espacio defendible propone, según Newman, un modelo que inhibe el crimen a través de la creación de una expresión física del tejido social que se autodefiende. En otras palabras, las características físicas de un área pueden influir en el comportamiento tanto de los residentes como de los delincuentes potenciales. Para los primeros, la apariencia y el diseño de la zona puede conllevar una actitud más cuidadosa hacia el entorno, fomentar la cohesión de la comunidad y de este modo controlar los elementos externos y la posibilidad de que se cometan actos delictivos -a nivel interno, por presión social, y a nivel externo por control de accesos a la comunidad. En sentido contrario, a los posibles infractores una zona cuya apariencia sugiere implicación vecinal se asocia a la idea de que los vecinos prestan atención a lo que ocurre a su alrededor e intervienen en caso de amenaza para la comunidad, elevando el riesgo de cometer un delito para el infractor. Newman realizó su estudio basándose en dos proyectos urbanísticos diferentes: en el primero, las viviendas se encontraban en edificios de múltiples alturas y entradas, que permitía fácil acceso a extraños, sin ventanas en zonas comunes, lo cual evitaba que se viese lo que sucedía en las mismas; por su tamaño, era imposible diferenciar a los usuarios legítimos de los extraños. El segundo proyecto, sin embargo, se basó en una zona residencial de viviendas bajas, donde el acceso a cada núcleo se limitaba a un número reducido de familias, y cuyas entradas se orientaban hacia las vías comunes, de modo que la identificación de actividades sospechosas era mucho más ágil, tanto en el interior como en el exterior y zonas comunes; en este segundo proyecto las tasas de criminalidad se demostraron mucho más bajas.

Newman identificó cuatro elementos en este concepto de espacio defendible: territorialidad, vigilancia natural, imagen y milieu (comunidad). A ellos, otros autores relacionados con el desarrollo del CPTED han añadido otros conceptos también vinculados, entre los que destacamos control de accesos, target hardening, y apoyo a la actividad. La observación empírica muestra, no obstante, que estos elementos se anulan entre sí.

  • Territorialidad. Se refiere a la habilidad y al deseo de los usuarios de una zona de reclamar el control sobre la misma -la propiedad comunal-. El control territorial se basa en el establecimiento de fronteras reales o percibidas, la identificación de extraños y de miembros de la comunidad, y en la presencia de un ambiente comunal dentro de las fronteras. Territorialidad significa que una zona, edificio o propiedad es la posesión de alguien, y que otros no tienen derecho sobre la misma, de modo que tanto los propietarios/usuarios/residentes (no infractores) como los infractores potenciales, reconocen dicha propiedad y toman decisiones en base a ella. Según autores como Cozens, Saville y Hillier, la territorialidad puede representarse de dos formas: territorialidad simbólica, donde las fronteras vienen definidas por cambios en el paisaje, etcétera, y la territorialidad física, representada por vallas, muros, puertas, etcétera.

  • Vigilancia. Se basa en cualquier actividad que incremente las posibilidades de que un infractor sea detectado y observado, y de que se informe a la policía o se tomen otras medidas pertinentes. Newman ya mencionaba el concepto de “vigilancia natural” o “vigilancia informal”, donde los usuarios legítimos desarrollan la habilidad de observar su entorno y detectar anomalías incluso sin tomar medidas específicas para ello. Un ejemplo sería colocar ventanas en las viviendas de modo que se puedan observar todos sus flancos desde el interior, las puertas de la calle deberían permitir a los transeúntes poder ver el interior de los pasillos de acceso, y estos deberían ser compartidos solo por unas pocas familias, para que puedan identificarse entre sí, y por tanto a cualquier presencia desconocida. Finalmente, las calles y zonas de tránsito entre viviendas deberían dejar una visión clara a los residentes de lo que les está esperando cuando entran o salen de sus casas. Todo ello constituye “ojos en la calle”.

  • Por otra parte, cabe mencionar la vigilancia formal, que se refiere al uso de guardas o personal especialmente dedicado a vigilar y prevenir delitos, si bien las patrullas vecinales caerían también en esta categoría. También entran en ella los mecanismos de vigilancia mecánica como circuitos de CCTV, iluminación, etcétera.

  • Imagen. Para Newman es una extensión de la territorialidad, y se asocia con la idea de que los usuarios de una zona cuidan de ella y proyectan la imagen de pertenencia a través de dichos cuidados. Ello traslada a los infractores potenciales que hay ciudadanos implicados en esa zona que tomarán las medidas oportunas para protegerla, minimizando así la potencialidad de ocurrencia de delitos en la zona. Dentro de este aspecto, se asocian también elementos como el desorden -conectado a la teoría de las Ventanas Rotas, por ejemplo-, donde desorden se asocia con la promoción de la actividad criminal: ventanas rotas, grafitis, vandalismo, basura, edificios abandonados o deteriorados, suelen ser aprovechados simplemente por el descuido acerca de ellos por bandas juveniles, consumo y tráfico de drogas, consumo de alcohol, prostitución, etcétera.

  • Milieu. Expande la idea de imagen para interconectar la zona territorial con el cuidado de las zonas circundantes, elaborando una especie de cluster de zonas seguras donde la criminalidad es escasa. En este sentido, la construcción de nuevos edificios de viviendas y negocios fomentará la expansión de las comunidades, mientras que incrementará la zona segura y reducirá la zona de acción de criminales potenciales.

  • Access control. Busca permitir el acceso a una zona solo a sus legítimos usuarios, lo cual reduce las oportunidades de cometer un delito, al incrementar el esfuerzo necesario para entrar y salir de dicha zona o edificio. Ello se puede lograr a través de cierres, puertas, etcétera. Los diseños urbanísticos que buscan contener la criminalidad también contemplan limitar el flujo de tráfico a vehículos ajenos a la zona con plazas y calles sin salida, y mecanismos de identificación de vehículos y transeúntes; en general la idea del control de accesos y egresos -salidas- se basa en que limita la permeabilidad de la zona a aquéllos que intentan cometer un acto ilícito.

  • Target hardening. Vinculado a lo anterior, busca reforzar los objetivos potenciales de los criminales. El uso de cerraduras, verjas, cristales irrompibles o blindados, alarmas anti-intrusión, vallas, muros, y otros sistemas dificultan la realización del acto delictivo, desincentivando sus beneficios, sean económicos o político-ideológicos. Del mismo modo, estas técnicas también refuerzan la percepción de propiedad y pertenencia.

  • Activity support. Se relaciona a la idea construir una atmósfera de comunidad, acuñada por Kushmuk y Whittemore en los años 80. Implican fomentar la cultura de un uso “legal”, o conforme a las leyes, de la comunidad y del área que ocupa la misma. La habilidad para reconocer a los propios vecinos e identificar necesidades de la comunidad debería reforzar la cohesión social entre los residentes y contribuir a la formación de una atmósfera comunal donde el crimen no se produzca por simple presión social. Se puede generar de diversas formas, tales como actividades comunales como ferias o eventos sociales, pero también, y ello es remarcado por Newman, a través del diseño físico y del cuidado de la apariencia física de la comunidad.

En conclusión, el diseño ambiental -o del entorno- se configura como un conjunto de herramientas o metodología que no sólo apunta a la modificación del entorno físico, sino al comportamiento de la comunidad que lo habita o trabaja en él. Así, este conjunto de técnicas revisten un especial interés en el desarrollo de una cultura corporativa de seguridad capaz de detectar y mitigar amenazas mediante una mayor cohesión entre los miembros del equipo y el entorno en que se mueven.

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