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  • Jesús Belenguer Director de Seguridad Privada

El efecto París, o cómo pegarse un tiro en el pie: El caso de la seguridad del patrimonio cultural e

Actualizado: 11 oct 2020


Year 4 - Week 24

ISSN 2603 - 9931

Después de los atentados de París en noviembre de 2015 hice un ejercicio recopilando toda la información de interés táctico para los terroristas que se difundía en los medios de comunicación. El resultado fue un manual para terroristas tan eficaz que en lugar de publicarlo decidí borrarlo.

El fenómeno parece que se repite, con un nivel de alerta terrorista de 4 de 5 y una advertencia muy seria de Europol, en España se están publicando listas provinciales de los bienes culturales más vulnerables, ordenados por su importancia e indicado con todo detalle los puntos débiles donde un incendio tendría graves consecuencias. Hasta se detallan las rutas de los bomberos para facilitar la planificación de los terroristas; en el siguiente enlace una muestra, no de las peores:

Las listas de objetivos se acompañan de declaraciones que muestran el estado de inquietud que reina entre los miembros de la comunidad de la seguridad y emergencias desde el incendio de París. En el artículo anterior, publicado en el Diario de Sevilla, se puede leer la opinión de un bombero cualificado y estudioso de la gestión de emergencias en el patrimonio cultural que dice que:”Los planes de autoprotección de los monumentos están encaminados a proteger a las personas, pero no a las obras de arte.”

Afirmación que no merece más comentario que la transcripción de la definición de plan de autoprotección que figura en la Ley 17/2015, de 9 de julio, del Sistema Nacional de Protección Civil.

Los Planes de Autoprotección establecen el marco orgánico y funcional previsto para los centros, establecimientos, instalaciones o dependencias recogidas en la normativa aplicable, con el objeto de prevenir y controlar los riesgos de emergencia de protección civil sobre las personas y los bienes y dar respuesta adecuada en esas situaciones.

Dicha definición se recoge en el apartado cuarto del artículo quince de la citada ley que se enlaza a continuación:

Después continua y dice: “Cada uno de los tres edificios es independiente. LaCatedral es propiedad de la Iglesia, el Alcázar del Ayuntamiento de Sevilla y el Archivo de Indias del Estado, lo que hace que cada uno tenga sus propios planes de autoprotección, sin que se tenga en cuenta el entorno en el que está ubicado ni los obstáculos que pueden encontrarse los Bomberos a la hora de llegar a atender una emergencia.” de nuevo se evita el comentario y simplemente se muestra a continuación el extracto del índice de contenido de la Guía técnica para la elaboración de un plan de autoprotección cuyo apartado 2.5 trata de los accesos y los medios de protección exteriores que deben ser revisados y validados en un plan de autoprotección. De no ser conformes se debería actuar hasta resolver la situación:

Pero no solo se trata de Sevilla, este tipo de declaraciones son frecuentes estos días. Sin ir más lejos la semana pasada el jefe de bomberos de una ciudad cuyo nombre he olvidado decía que iban a complementar el plan de autoprotección de una catedral española incluida en la lista de Patrimonio de la Humanidad — que ellos mismos habían elaborado — con un plan de salvaguarda de los objetos artísticos. Lo malo ya no es que el plan de autoprotección al que se refieren carezca de un procedimiento de evacuación de los bienes, lo peor es que para tapar el primer error inventan un nuevo plan que seguro complica mucho más la situación.

Aunque realmente la pregunta es ¿Por qué los bomberos hacen planes de autoprotección? Si una parte de su trabajo es la inspección de las medidas contraincendios de las instalaciones de su ámbito de trabajo, y el plan de autoprotección contiene, entre otras muchas cosas, dichas medidas contraincendios, cuando menos se está ante un conflicto de intereses. Pero ni siquiera eso es lo peor, lo peor es que el catálogo de peligros a gestionar mediante el plan de autoprotección excede con mucho los conocimientos y recursos de los que disponen los bomberos. Una prueba de ello es la falta de sensibilidad ante la amenaza terrorista que se manifiesta en las citadas listas de objetivos que publican periodistas locales con la imprescindible y necesaria colaboración de los bomberos.

El objetivo de este artículo no es irritar, mucho menos a los bomberos, un cuerpo con excelente cualificación en su materia, muy esforzado, siempre dispuesto a colaborar y clave fundamental para el correcto desarrollo del trabajo de los técnicos de seguridad. El objetivo de este artículo es señalar que no es necesario inventar la pólvora, que ya está inventada, y que forma parte de las buenas prácticas del oficio de la seguridad y, sobre todo, que hacer el trabajo a medias, supone un enorme coste de oportunidad ya que impide que otros hagan el trabajo completo.

Miren el siguiente video, se trata de un ejercicio de formación realizado en el año 2018 por los bomberos de París en la Catedral de Notre Dame, fíjense que no hay sirenas, ni carreras, ni toda la parafernalia que acompaña a los dichosos simulacros a los que tanta afición tenemos en España. Simplemente es una de las fases del trabajo de elaboración de un plan de evacuación de bienes: los que pueden ser evacuados en condiciones de seguridad se evacúan y los que no, se confinan adecuadamente protegidos. En el video se puede ver esta última estrategia cuando usan una manta de protección térmica en una pintura de gran tamaño ubicada en el coro — se trata de la Anunciación de Jouvenet una joya que por cierto se salvó del incendio, ahora ya sabe por qué.

Se reproduce a efectos didácticos un fragmento del programa de 13h15, le dimanche deFrance Tv dedicado a Notre Dame de Paris cuya visualización completa recomendamos:

No existe gran diferencia con los protocolos de evacuación de personas: inventario/aforo, localización, evacuación/confinamiento, etc. y todo con la debida discreción. Por que esa es otra, parece que la única herramienta son los simulacros ruidosos y públicos más parecidos a la propaganda que a la formación. Se podría objetar que el consumo de recursos escasos haciendo simulacros es muy poco apropiado para cultivar egos o para realizar acciones comerciales, pero lo peor de los simulacros ruidosos en los bienes de patrimonio es que tienen como resultado principal la publicación de imágenes que asocian los bienes culturales con situaciones de emergencia muy aparatosas con el riesgo no menor de activar los procesos de ideación de terroristas dormidos. Son imágenes con mucha fuerza que entrañan un peligro relevante y cuya publicación debe ser evitada a toda costa.

El trabajo serio se hace en el despacho y cuando hay que probar algo se hace con discreción y sin que nadie ajeno a la gestión de la emergencia se entere. La formación se hace para todos los intervinientes, no para los cuatro que asisten al simulacro y para ello es necesario preparar material formativo y hacer un gran esfuerzo lejos del circo habitual.

El mismo bombero de Sevilla dice que necesitan formación para aprender a manejar los objetos de arte. Quizá se sorprendería si supiera que es el plan de autoprotección el que facilita esa formación. Nadie sabe mejor que el personal a cargo del patrimonio cultural cómo manejar dichos objetos y es con su colaboración con la que se diseña el procedimiento de evacuación de bienes del plan de autoprotección y son también ellos los que forman al personal de emergencia, disculpen la insistencia, de todo el parque, no de unos pocos y con la correspondiente actualización que se contempla en el proceso de actualización y mantenimiento de la eficacia de las medidas adoptadas que viene de serie en los planes de autoprotección.

Y es que el plan de autoprotección es una sistemática de trabajo probada y muy eficaz y cada vez que alguien idea algo al margen, acaba disminuyendo la eficacia de todo el sistema de respuesta a las emergencias. Muy probablemente las declaraciones del bombero del artículo citado han sufrido cierto deterioro en el proceso de elaboración periodística pero se puede percibir, y esto si es una opinión personal, que contiene una propuesta velada para elaborar un plan de emergencia municipal específico, para lo cual no es necesario derribar los planes de autoprotección, muy al contrario, si están bien hechos, son su fuente principal, al fin y al cabo, ambos el plan de emergencia municipal y el plan de autoprotección son planes de protección civil y tienen el mismo rango.

En España contamos con una herramienta estupenda para elaborar planes de autoprotección de bienes culturales: es el Plan Nacional de Emergencias y Gestión de Riesgos en el Patrimonio Cultural cuyo anexo seis contiene una guía específica para la elaboración de planes de emergencia en bienes de patrimonio. A continuación se incluye el enlace, en la seguridad que será de gran ayuda para los interesados en la materia y de paso disipará cualquier duda acerca de la opinión que se ha mostrado en el presente artículo cuyo resumen se muestra en su título y que bien podría ser: No nos peguemos un tiro en el pie.

Por cierto, quizá la inquietud del bombero se solucionaría aplicando directamente las recomendaciones del anexo siete del citado documento donde se recogen las recomendaciones para mejora la accesibilidad a centros históricos en caso de emergencia, cuyo enlace también se indica a continuación:

Cierto es que las dos herramientas anteriores han sido diseñadas al margen del plan de autoprotección y con la intención de sustituirlo lo que no significa que no sean más que aprovechables o por lo menos esa es la opción más inteligente: sumar.

Un ejemplo quizá ilustre mejor la idea del presente artículo:

Durante la evacuación de personas se aplican técnicas de primeros auxilios sanitarios que tienen una importancia relevante en el pronóstico de la víctima, del mismo modo existen técnicas de primeros auxilios para las piezas de arte. Sustituir el plan de autoprotección por un manual de primeros auxilios para objetos de arte es tan absurdo como sustituirlo por un manual de medicina de emergencias. Es necesario aprovechar cada herramienta y mantener una visión global y reposada del conjunto. Al fin y al cabo lo de París fue un incendio de manual para principiantes, que no justifica tantos nervios, ¿o sí?.

Por último una sugerencia, desde el incendio de Notre Dame de París se ha escrito todo tipo de barbaridades sin sentido — o con mucha ansiedad por vender cada uno lo suyo — con el foco centrado en el riesgo de incendio. Lo cual es sorprendente ya que el riesgo de incendio no es la mayor amenaza que sufre nuestro patrimonio, a continuación se muestra una lista ordenada de mayor a menor según la experiencia del autor de este artículo y sería muy interesante conocer la del lector:

  • La falta de recursos económicos para su adecuada gestión y mantenimiento.

  • La programación por parte de los ayuntamientos de todo tipo de actos lúdicos que usan el bien como marco y que lo ponen en grave riesgo.

  • La falta de coordinación entre las diferentes administraciones.

  • El vandalismo.

  • El robo.

  • El terrorismo.

  • El incendio.

  • Las catástrofes naturales.

  • El paso del tiempo en un ambiente cada vez más agresivo.

Observen que las cuatro primeras amenazas están directamente vinculadas a la voluntad de los ciudadanos y cuya resolución depende únicamente de eso, de un poco de voluntad.

Artículo publicado el 21 de mayo en el blog plan de autoprotección.


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