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  • Pedro Salinas - Colaborador de GrupoDC Solutions /

MACTAC: Una opción para Seguridad Privada como respondiente inmediato.

Actualizado: 11 oct 2020


Year 4 - Week 25

ISSN 2603 - 9931

Conforme los incidentes de tirador activo se han hecho familiares, nuevos modelos de respuesta basados en las lecciones aprendidas en incidentes previos se están comenzando a desarrollar en el seno de las fuerzas de seguridad. Como en otros muchos aspectos, el tiroteo de Columbine marcó un antes y un después en los modelos de respuesta a estos incidentes. Aunque no fue el primer incidente de tirador activo, Columbine ha representado durante años el ejemplo más mortífero de este tipo de ataques, y por ello se ha convertido en caso de estudio. La respuesta policial reflejaba el pensamiento táctico del momento, en 1999: varias agencias respondieron al ataque, pero no entraron en el edificio hasta transcurrida media hora del ataque. La lógica subyacente se basaba en contener la situación hasta la llegada de los equipos de los SWAT, que responderían al ataque. En el caso concreto de Columbine, este modelo de intervención arroja un intervalo de respuesta de treinta minutos, una respuesta correcta en caso de incidentes con toma de rehenes o frente a individuos atrincherados en el interior de un edificio, donde la negociación puede ser necesaria, pero no resulta apropiada ante incidentes de tirador activo, donde para las víctimas bajo fuego, resulta una eternidad en el infierno[1].

MACTAC es el acrónimo para Multiple Assault Counter Terrorist Action Capabilities (Capacidades para la Acción Contraterrorista en Asaltos Múltiples), pero se refiere no solo a incidentes terroristas -ideológicamente motivados- sino también no políticamente motivados, como fueron los tiroteos en las escuelas de Columbine o Sandy Hook. Se trata de crear un sistema de entrenamientos y simulacros para poder dar una salida coordinada y eficaz al más complejo de los escenarios con múltiples víctimas intencionadas, aquél donde los escenarios del ataque se hallan diversificados. Como modelo de respuesta, va un paso más allá del anterior concepto, Immediate Action Rapid Deployment (IARD, Despliegue Rápido de Acción Inmediata), donde las primeras patrullas de primeros intervinientes policiales deberían entrar en el escenario como equipo de contacto para detener el comportamiento violento del atacante. Éste es el concepto actual en casi todos los países, basado más en la rápida protección del ciudadano que en la eficacia, ya que está demostrado que incluso muchos de los patrulleros no entran en el escenario ante una amenaza incierta, como se demostró en el instituto de Parkland (Florida, 2017), donde el policía que estaba asignado a la protección de la escuela no consiguió una reacción eficaz dada la potencia de fuego del agresor y la incertidumbre acerca del número de atacantes. Los modelos para primeros intervinientes en todo el mundo van en la misma línea, si se tiene certeza por testigos o por percepción directa, de que la amenaza continúa activa -sigue matando-, es una obligación intentar neutralizarla, aun cuando sus medios puedan ser inferiores a los de los atacantes. Pero obviamente cuando la potencia de fuego es superior, el bloqueo de la amenaza se hace una necesidad y ya lo convertimos en un evento en fase dos, como viene definido en el protocolo IBERO, por lo que necesitamos una neutralización y rescate más organizados. Es en este momento donde entran a jugar los diferentes sistemas de trabajo que quedan patentes en los entrenamientos MACTAC; dependiendo de la capacidad y premura, se debería organizar un segundo equipo que actúa como equipo de apoyo, o como equipo de rescate en la evacuación de las víctimas a zona más segura o segura[2].

En este sentido, el concepto IARD se centra en la neutralización de la amenaza, en oposición a su mera contención, pudiendo constituirse este segundo escalón por una de las denominadas Rescue Task Force, formada por sanitarios civiles a los que da cobertura una fuerza policial , o lo que se ha demostrado más eficaz, una equipo de rescate táctico, que tendría capacidad de respuesta armada, en caso de verse superado el equipo de neutralización o que se encontraran una amenaza activa secundaria o amenaza-trampa, que el primer equipo no ha podido detectar. Sobre esta premisa, el concepto MACTAC añade nuevos elementos para una respuesta integral, dada la necesidad de hacer el bloqueo de la amenaza y el rescate de las victimas lo antes posible para aumentar exponencialmente la tasa de supervivencia. Todo ello se presenta como necesario tras un nuevo cambio en el teatro de operaciones, como el producido durante los atentados de Bombay (2008) donde un comando vinculado a al-Qaeda asesinó a 166 personas en tiroteos que se produjeron en diversos escenarios. La misma pauta se reprodujo, años más tarde, en París, durante los ataques de noviembre de 2015 en la Sala Bataclán o, de forma mucho más reciente, en Sri Lanka el pasado mes de abril de 2019. De este modo, la filosofía subyacente del concepto “MACTAC” traslada, durante un incidente con escenarios múltiples, su acento del primer interviniente como equipo de patrulleros al patrullero individual o en binomios, por una consecuencia lógica de la propia dinámica del ataque: en el caso de un incidente de tirador activo -o de amenaza activa-, la prioridad es neutralizar dicha amenaza para detener el aumento de víctimas, por lo que el tiempo de espera para la llegada de los equipos de intervención es limitado. Este enfoque de entrenamiento y capacitación de cada policía en neutralización de la amenaza permite un despliegue más flexible sobre escenarios múltiples, el primero que llega puede asumir razonablemente la situación, bien mediante acciones para neutralizar o confinar la amenaza, o bien comenzando la evacuación de víctimas a zona a cubierto o segura en caso de ser posible[3].

Es obvio que esta conceptualización, si bien es deseable, no es de aplicación en todos los cuerpos de policía del mundo, ni tan siquiera occidentales, y que en gran medida se verá condicionada por elementos como el entrenamiento, la capacidad logística e incluso los propios marcos jurídicos y jurisdiccionales. A ello se une que, según la investigación del profesor Pete Blake en 2013 acerca de cómo concluyen los incidentes de tirador activo, si terminan antes de la policía llegue al escenario del ataque se debe a que el tirador se haya suicidado (50% de los casos) o, en un 40% de los casos, porque haya sido neutralizado por las propias víctimas -intervinientes inmediatos-; en el 10% restante de casos, el atacante simplemente abandona el escenario. Cuando el ataque termina después de que la policía llegue al escenario, en más de la mitad de los casos el atacante es reducido o neutralizado por la policía o se suicida; pero en el primer caso, cuando un agente entra en el escenario individualmente, también en la mitad de los casos la amenaza permanece activa y se produce un intercambio de fuego entre atacante e interviniente: en este punto los datos vuelven a ser relevantes, puesto que un tercio de los agentes resultan heridos, por lo que otra variable a considerar en las intervenciones individuales y sin apoyo es el elevado riesgo personal que el agente enfrenta[4].

El actual modelo que está desarrollando la HIGH RISK SECURITY NET WORLD y denominado método BARLOW, Iría precisamente enfocado a crear esta doctrina y mentalidad de respuesta integral ante atentados complejos, introduciendo el concepto de cadena de supervivencia táctico sanitaria y desarrollando el importante papel de cada uno de los actores que forman parte de estos escenarios.

De modo que podemos plantear una pregunta no solo plausible, sino necesaria: si es peligroso para un agente entrenado realizar una intervención en solitario, ¿a qué situación se enfrentaría un vigilante de seguridad privada como interviniente inmediato, y cuáles deberían ser sus Capacidades de Acción Contraterrorista en Escenarios Múltiples (MACTAC)? Teniendo en cuenta el intervalo de respuesta y la necesidad de reducirlo en el caso de los primeros intervinientes para neutralizar la amenaza, algunos elementos merecen una mención específica:

  • Conciencia situacional. Los intervinientes inmediatos como los vigilantes de seguridad privada deberían recibir formación específica en herramientas preventivas como contravigilancia y detección temprana de comportamientos sospechosos. Obviamente no hay ninguna regla de aplicación general a cualquier caso, puesto que las diferencias entre la vigilancia en un espacio de trabajo confinado y el trabajo en un objetivo blando abierto con una alta concentración de víctimas potenciales aleatorias son patentes, pero la consideración de algunos comportamientos de riesgo puede ser útiles a la hora de la detección preventiva.

  • El entorno y el algoritmo Run-Hide-Fight.Ona de las premisas clásicas de la Guerra irregular -como es el terrorismo- es la guerrilla moviéndose en el entorno como pez en el agua. La misma norma aplica a la inversa: para el vigilante de seguridad que se enfrenta a uno o varios de los escenarios de un incidente armado, el conocimiento del entorno es su principal ventaja, puesto que ello reducirá los tiempos de respuesta y el inicio de la evacuación (run), el confinamiento (hide) y en caso de necesidad, la lucha (fight).

  • El entorno y la contención. Durante el intervalo de respuesta, el vigilante es responsable no sólo de proteger su propia vida, sino también la de las víctimas potenciales a su cargo. La evacuación es más que alejar y preservar a dichas víctimas de la zona de amenaza, sino también se trata de contener la amenaza a la vez que los objetivos se vez reducidos. Así, de nuevo el conocimiento del entorno para realizar posibles confinamientos de la amenaza o las medidas electrónicas que dificulten el libre movimiento del atacante resultan de extrema utilidad y necesidad.

  • Consecución de inteligencia. Durante un incidente de tirador active, los equipos de seguridad privada se convierten en los “ojos sobre el terreno” de los primeros intervinientes policiales, a través del uso de medios de seguridad como los CCTV y otras herramientas de vigilancia, proporcionando información clave acerca de número de atacantes, sus ubicaciones, tipo de armas, vigilancia perimetral e interna de objetos sospechosos o explosivos ocultos, etcétera. Del mismo modo, el vigilante es una pieza clave por su conocimiento del trazado y configuración de las instalaciones, entradas, salidas, vulnerabilidades, zonas seguras y potenciales trampas, etcétera. Esta información resulta de igual validez tanto desde las mismas instalaciones como desde el puesto de mando avanzado de gestión del incidente correspondiente.

  • Luchar. Desde un punto de vista realista, las posibilidades de que un vigilante de seguridad privada en condiciones de trabajo normales, neutralice una amenaza armada de las características de un tirador activo -sin siquiera entrar en la variable de múltiples escenarios- son limitadas. Pero retomando el estudio mencionado de Blake, en más de un 40% de casos antes de la llegada de los primeros respondientes policiales, son los respondientes inmediatos como los vigilantes de seguridad u otras víctimas potenciales los que neutralizan la amenaza. Una formación táctica básica según la categoría del vigilante -armado o no, en puestos de peligrosidad o no, etcétera- o qué tipo de armas de fortuna utilizar en caso de necesidad de forma más eficaz pueden mejorar estas posibilidades de, si no de neutralizar completamente la amenaza, al menor de desorientar o desarmar al atacante tiempo suficiente para abandonar la zona caliente de nuevo y ponerse a salvo.

  • Finalmente, la primera asistencia a víctimas. Como mencionábamos al comienzo, treinta minutos bajo amenaza directa es una eternidad en el infierno, especialmente si se han sufrido lesiones y la amenaza permanece activa y disparando. Uno de los roles en los que el vigilante puede jugar un papel determinante es en proveer a las víctimas de una primera asistencia en la zona de amenaza indirecta –es decir, fuera de la zona directa de ataque, o zona segura pero próxima a la zona de amenaza directa-. Primero, y solo si es posible en términos de autoprotección, trasladando al herido a zona a cubierto, y segundo realizando una primera asistencia en control de sangrado y problemas en la vía aérea. Este primer cuidado, que obviamente no es profesional ni mucho menos definitivo, busca prolongar la vida de la víctima el tiempo necesario para que los primeros intervinientes médicos puedan -lleguen, puedan acceder al lugar del ataque, y asistan al herido.

Para concluir, el concepto MACTAC, trasladado al sector de seguridad privada, parte de la base de la misma premisa clásica: el vigilante es el primer profesional de la seguridad a llegar a la escena de un incidente, porque -simplemente- está ya ahí. Pero, precisamente por ello, reforzar a través de formación y material adecuado sus capacidades a la hora de mitigar un incidente armado hasta la llegada de los primeros intervinientes policiales parece un medio de acción complementario a la hora de revisar la respuesta táctica y neutralización de la amenaza en el ciclo de gestión de incidentes de tirador activo.

[1]Police Executive Research Forum (2014), The police response to active shooter incidents. Critical Issues in Policing Series, Washington DC. Pp. 1-2.

[2]Odle, M. (2006), Immediate Action/Rapid Deployment. From Patrol Response to Contemporary Problems: Enhancing Performance of First Responders Through Knowledge and Experience. Kolman, J. (ed.), pp. 173-196.

[3] PoliceMag (2011) 5 Gunfights that changed Law Enforcement. Police, The Law Enforcement Magazine, https://www.policemag.com/340532/5-gunfights-that-changed-law-enforcement (Retrieved February 1, 2019)

[4]Blake, P. (2014) Analysis of 84 Active Shooter Incidents Since 2000. Police Executive Research Forum (ED.), The police Response to Active Shooter Incidents. Critical Issues in Policing Series, Washington D.C., pp.4-5.


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