Year 4 - Week 12
ISSN 2603 - 9931
La doctrina tradicional considera infiltrado (topo), a un agente captado o implantado en una organización contraria, a fin de obtener y suministrar en forma regular información de modo clandestino, a quien colabora o a quien pertenece. Se trata de un tipo de espía que intenta situarse en los órganos de responsabilidad de los servicios de inteligencia, en las instituciones civiles y militares de más alto nivel o en las organizaciones.
Las autoridades holandesas admitieron que durante 2016, aproximadamente una veintena de soldados holandeses habían sido captados por diferentes facciones operantes en Siria e Iraq, de los cuáles también se habían enrolado en las milicias kurdas y cristianas que combaten al Daesh.
En Francia o Alemania también han detectado cómo decenas de sus soldados se habían enrolado en las huestes islamistas radicales, como grieta que quebranta la seguridad, ya que, además de contar con experiencia militar contrastada, pueden haber proporcionado información táctica sobre objetivos o dinámicas antiterroristas.
1.- MODUS OPERANDI
El Movimiento Internacional Islamista Radical plantea como ventaja táctica la infiltración bajo la apariencia de una actividad profesional, en estructuras vinculadas con la seguridad internacional como: el ejército, la policía, los servicios de inteligencia, las compañías aéreas, las industrias químicas, biológicas y centrales nucleares, a fin de obtener capacidad para planificar acciones terroristas.
La infiltración podría realizarse directamente por salafistas radicales “legales” ateniéndose a su cualificación profesional, o en su caso, mediante la captación de empleados del complejo o institución, por ideología o dádiva. Así Al Qaeda a través de su revista electrónica Inspire (2010), reconocía la importancia del rol profesional del individuo como ventaja táctica en la comisión de hechos terroristas: “Algunos de nuestros hermanos que sean expertos o especialistas en algún ámbito y que trabajen en localizaciones sensibles que puedan ofrecer una oportunidad única de causar estragos a los enemigos de Alá ”.
2.- CASUÍSTICA
Estados Unidos, el caso de Ali Mohamed.
Alí Abdul Saoud Mohamed (alias, Abu Mohamed Al Amriki y Ali Mohamed), nació en 1952 en Alejandría (Egipto). Cursó dos licenciaturas y una maestría en la Universidad de Alejandría. Siguiendo los pasos de su padre ingresó en el ejército, alcanzando el empleo de comandante en las fuerzas especiales. Con facilidad para los idiomas, solía proteger a los diplomáticos egipcios en el extranjero, y participó en entrenamientos conjuntos con las fuerzas armadas estadounidenses en Egipto y EE.UU.
Estando ingresado en la milicia, se unió a la Yihad Islámica de Egipto, grupo terrorista que asesinó al presidente Anwar El Sadat (06/10/1981); y en 1984, según el ex funcionario egipcio de inteligencia, Nabil Sharef, fue apartado del ejército por su extremismo religioso.
En 1985, Alí Mohamed emigró a Estados Unidos, conoció en vuelo a una americana, se casaron y se convirtió en ciudadano americano, estableciéndose en Silicon Valley, California.
Entre 1986 y 1989, valiéndose de sus lazos en el Ejército de EE.UU, Mohamed ingresó como sargento de abastecimiento y conferenciante sobre la cultura del Medio Oriente, en la escuela especial de guerra en Fort Bragg, Carolina del Norte, donde en su día, cursara estudios como oficial egipcio.
En 1989, tras la salida del Ejército, Mohamed colaboró con el Centro Alkhifa (Centro de Refugiados) del entorno de la delegación de la Oficina de Servicios de Brooklyn (la MAK, fundada en 1987), impartiendo cursos de instrucción militar a los visitantes más asiduos, así, una cámara de vigilancia de la Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI), captó a cinco árabes practicando tiro al blanco bajo la instrucción del sargento Mohamed, en un campo en las afueras de Nueva York.
A principios de los 90 (S. XX), el sargento Mohamed se presentó en California con el líder egipcio de la Yihad Islámica, y número 2 de Al Qaeda Ayman Al Zawahri, en una gira para recaudar fondos.
El 5 de noviembre de 1990, en Manhattan, Nueva York (EE.UU), fue asesinado el rabino Meir Kahane (1932-1990), en una sala del Marriott Halloran Hotel. La policía detuvo por el asesinato (absuelto por los tribunales), al inmigrante egipcio El Sayyid Nosair, incautándosele material que le proporcionaría el sargento Ali Mohamed, como manuales de entrenamiento y documentos clasificados, algunos traducidos al árabe, del ejército de Fort Bragg.
En 1991 tras conocer a Bin Laden, ejercería como instructor de armas para Al Qaeda y otros grupos terroristas. Ayudó a organizar el traslado de Bin Laden desde Afganistán a Sudán convirtiéndose en uno de sus asesores militares, e hizo numerosos viajes ampliando su red de contactos, y en Nairobi, se ocupó de vigilar y analizar diversas instalaciones estadounidenses, británicas, francesas e israelíes como posibles blancos para atentados.
En 1993 y durante el exilio sudanés de Bin Laden, terroristas de Al Qaeda iniciaron los preparativos, de lo que cinco años más tarde culminarían en el ataque a la embajada de Estados Unidos en Nairobi (Kenia), siendo el principal responsable de la preparación de esos planes el sargento Alí Mohamed.
El 26 de febrero de 1993 en Nueva York (EE.UU), por la mañana, fue explosionada una furgoneta cargada con casi quinientos kilos de explosivos, en un estacionamiento público del interior del complejo del World Trade Center, a fin de derrumbar una de las dos torres, resultando seis personas muertas y otras mil heridas.
Fueron detenidos como autores dos colaboradores del Centro Alkhifa: Mahmud Abouhalima y el jeque Abd Al Rahman. Aunque no está claro si Al Qaeda tuvo algún papel relevante en el desarrollo de la trama, los autores de este primer atentado contra las Torres Gemelas, fueron entrenados por el sargento Ali Mohamed; y el cerebro del ataque, Ramzi Ahmend Yoused (destacado terrorista kuwaití que había estudiado Ingeniería Electrónica en el Reino Unido), fue entregado a EE.UU por Afganistán tras su huída de Filipinas.
En 1993, el FBI localizó a Mohamed cerca de San Francisco, relatando la primera descripción interna de Al Qaeda. Aseguró que había entrenado terroristas en los campos de Bin Laden en Sudán y Afganistán, y no fue detenido a pesar que la entrevista fue realizada después del primer ataque al WTC; y marchó a África, cuando estaba en marcha el complot de Al Qaeda para volar embajadas estadounidenses en África.
En octubre de 1997, en una entrevista a los agentes del FBI, Ali Mohamed relató en detalle cómo entrenó a los guardaespaldas de Bin Laden, y cómo a principios de los 90, los terroristas de Al Qaeda en Somalia ayudaron a atacar a las tropas estadounidenses. A pesar de las implicaciones de Mohamed, los investigadores no detectaron la trama contra las embajadas en Kenia y Tanzania.
El 7 de agosto de 1998, en Nairobi (Kenia) y Dar es Salaah (Tanzania), Al Qaeda atenta casi simultáneamente contra las embajadas de EE.UU.
Tras los atentados de las embajadas el 07/08/1998, Alí Mohamed (Alí Abdul Saoud Mohamed), ex oficial del ejército egipcio e infiltrado en las fuerzas especiales de EE.UU, fue detenido realizándosele por primera vez un registro domiciliario en Sacramento, California. Mohamed, fue el principal responsable de esos planes; y en 2000, se declaró culpable de conspirar para atentar contra embajadas estadounidenses y otras instalaciones en África.
El ex funcionario de inteligencia egipcio Nabil Sharef, no considera posible que tras cinco años en movimiento entre EE.UU y Afganistán, la CIA creyera que los viajes de Mohamed eran turísticos, quien ha sido el primer informante de Al Qaeda que haya tenido EE.UU, y tal vez el mejor ubicado.
Otros casos que podrían asimilarse a esta figura de terrorista infiltrado serían Anders Breivik, quien utilizó un uniforme policial para pasar desapercibido durante su ataque en la isla de Utoya (2011), los ataques de miembros de las fuerzas de seguridad afganas que desde 2012 han tendido lugar sobre fuerzas occidentales desplegadas en el país; el asesinato del embajador ruso en Turquía Andrei Karlov por su escolta, el policía turco Mevlüt Mert Altintas, que se declaró miembro del Estado Islámico (2016), o el caso del marroquí “Talala”, residente en Melilla, trabajador en un centro de menores de la ciudad autónoma y miembro del Partido Popular desde 2017, que se dedicaba a reclutar musulmanes para enviarlos a Siria a luchar bajo el Estado Islámico. Todos estos casos dan idea del riesgo subyacente que este fenómeno representa para las instituciones públicas y para la propia seguridad nacional de los Estados-objetivo.
BIBLIOGRAFÍA
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