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  • Redacción GrupoDC Solutions - Travel Security

Profile: República Centro Africana.


Year 3 - Week 46

ISSN 2603 - 9931

La República Centroafricana, como su nombre indica, se encuentra en la región subsahariana o central del continente africano, con frontera con Sudán del Norte y Sudán del Sur, Chad, Camerún, Congo y República Democrática del Congo. Desde su independencia de Francia en 1960, la República Centroafricana ha sufrido cinco golpes de Estado y numerosas rebeliones. A ello se han unido los efectos colaterales de los conflictos en la República Democrática del Congo, Sudán y Chad, las tres de ellas vinculadas por conflictos al territorio.

Étnicamente, coexisten dos bandos, la coalición seleka, formada por tribus musulmanas ubicadas principalmente en el norte del país que se conectan por lazos familiares y de clan con las tribus del Sahel y que tras décadas de considerarse excluidas del gobierno y del reparto de riquezas del país –principalmente petróleo, oro y diamantes-, tomaron por la fuerza el poder en 2013, y las milicias, otrora animistas y ahora Cristianas, conocidas como “anti-Balaka” (de “anti Balle AK”, por la munición del AK47 empleada por los seleka), y que son predominantes en el sur; de entre todas las milicias existentes destacan catorce que son consideradas como interlocutoras desde 2014 en las negociaciones para iniciar un proceso de paz que, a día de hoy, todavía no ha dado frutos.

De los cinco conflictos civiles que el país ha vivido, el último de ellos ya mencionado y que ha conducido a la espiral de violencia en la que el país todavía se encuentra sumido, se inicia en 2012, cuando la coalición Seleka, musulmana, y que incluía a pueblos del norte, chadianos y sudaneses, acusa al entonces presidente cristiano François Bozize de no aplicar los acuerdos de paz de 2007 y 2008, que prometían amnistías y transferencias económicas a los rebeldes del norte, y lo derrocan en marzo de 2013. Entre 2012 y 2014 la guerra se había cobrado ya más de 5000 muertes y 1’1 millones de desplazados (quinta parte del total de población): desde 2013 las milicias cristianas expulsadas del gobierno y reagrupadas en estas formaciones irregulares que siguen líneas tribales y que consideraban a los selekas como insurgentes islámicos del norte -añadiendo así un componente religioso e identitario al conflicto- comenzaron una campaña de exterminio de musulmanes en las provincias del sur, obligando a miles de selekas a huir al norte en busca de la protección de la población donde eran mayoría étnica. Esta escalada de violencia llegó a provocar que los selekas pidieran la separación en dos del país, en un modelo similar al sudanés, y que es una reivindicación todavía en la agenda de negociaciones.

En abril de 2014 el Consejo de Seguridad de la ONU ordenó el despliegue de MINUSCA (Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de la República de Centro África de Naciones Unidas). Sucedía a la misión de Peacebuilding BINUCA y pretendía proteger a la población civil, facilitar la transición y la distribución de ayuda humanitaria, promover los derechos humanos y el rule of law, y llevar a cabo un proceso de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR) de las fuerzas irregulares pertenecientes a ambos bandos. La misión ha desplegado en este periodo 1162 civiles, 10758 militares, 143 expertos, 2057 policías, 287 funcionarios administrativos de la ONU y 206 voluntarios también de ONU. Los contingentes militar y policial lo componen mayoritariamente países africanos y asiáticos entre los que destacan Rwanda, Pakistán o Egipto. No se trata, pues, principalmente de una fuerza de acción occidental[1], a pesar de que más cooperantes internacionales hayan muerto en la RCA que en Afganistán, Somalia, Iraq o Siria: no en vano, se le considera el país más peligroso del mundo de cara al desarrollo de proyectos de ayuda humanitaria, una situación que también pretende MINUSCA paliar con su presencia[2].

En 2015 se trató de promover un proceso de reconciliación a través del llamado “Foro Nacional de Bangui”, que pretendía reunir al gobierno y 14 facciones armadas tanto musulmanas como cristianas y conducirlas a la entrega de armas, la renuncia al combate y la liberación de niños soldados, así como mejoras en el tratamiento de las minorías y el inicio de un proceso de SSR, para lo que solicitó la cooperación de la Unión Europea, quien desde este año también colabora en el proceso de Reforma del Sector Seguridad de la RCA como refuerzo a la acción de MINUSCA para el entrenamiento de las fuerzas armadas regulares del país a través de la European Training Mission for Central African Republic; esta misión ha reformado su mandato el pasado septiembre de 2018 para además del entrenamiento de las fuerzas armadas asesorar al gobierno en materia de cooperación cívico-militar. El intento de acercamiento de las partes fracasó, y su secuela en 2017 también fue reconocido con escepticismo por los grupos rebeldes participantes. En los últimos dos años, más de las dos terceras partes del país están controladas por milicias, de las cuales solo las que participaron en el Foro de 2015 son reconocidas por el gobierno, cuando de aquellas iniciales quince se han producido cientos de escisiones[3]. A ello se une que multitud de exbalaka (cristianos) y exseleka (musulmanes) están comenzando a operar a cambio de dinero, en una suerte de mercenariado que se calcula que mueve unos 7 millones de dólares al año en impuestos revolucionarios, tasas a ganaderos y conductores (en este sentido destacan la presencia de checkpoints controlados por las diversas milicias)[4] y tráfico de oro y diamantes[5].

En 2016 fue elegido presidente Faustin Archange Touadera (cristiano?), si bien el control efectivo del gobierno solo se produce en Bangui, capital del país. La lucha armada protagonizada por distintas tribus se ha recrudecido, especialmente en las provincias centrales y este del país. Bangui está dividida en zonas controladas por diversos señores de la guerra siguiendo líneas religiosas, pese a la mayoría cristiana. Destaca el barrio PK5, en el Tercer Distrito, controlado por musulmanes; PK5 era un barrio tradicionalmente comercial, paso de caravanas chadianas y sudanesas que poco a poco se establecieron en la zona, atrayendo por su potencial económico a musulmanes tanto de RCA como de otras etnias musulmanas (Haousa, Fulani, Bornu, Gula o Runga). Tras el estallido de la violencia en 2013 estas divisiones étnicas también han conducido a profundas rivalidades en el propio distrito musulmán[6]. En el mes de mayo de este año se produjo un nuevo conato de violencia interétnica donde una milicia musulmana atacó una iglesia católica, lo cual provocó en respuesta la venganza de las milicias cristianas sobre una mezquita. Del mismo modo, numerosos disturbios se han producido en el distrito PK5 por la intervención de fuerzas de MINUSCA tras denuncias de los vecinos de la zona de actos de violencia extrajudicial y extorsión por parte de dichas milicias.

A pesar de que la situación continúa siendo de inseguridad generalizada, desde octubre los actos violentos son puntuales. En cualquier caso, tanto organizaciones internacionales, gobiernos con ciudadanos en el país, y organizaciones internacionales aconsejan mantener los niveles de alerta situacional tanto en Bangui como en el este del país y las vías de comunicación que interconectan estas dos áreas, así como las que unen Bambari y Batangafo, otras dos de las áreas de tensión interétnica en la República Centroafricana.

[1] https://peacekeeping.un.org/en/mission/minusca

[2] https://foreignpolicy.com/2018/08/16/the-u-n-cant-bring-peace-to-the-central-african-republic/

[3] https://enoughproject.org/wp-content/uploads/2017/08/SplinteredWarfare_August2017_Enough_final.pdf

[4] http://ipisresearch.be/publication/politics-pillage-political-economy-roadblocks-central-african-republic/

[5] https://foreignpolicy.com/2018/08/16/the-u-n-cant-bring-peace-to-the-central-african-republic/

[6] https://www.kaiciid.org/news-events/news/central-african-republic-what-pk5

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