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  • Co-Autores: Pedro Salinas C., Ricardo Montilla C.

Rescate Táctico, un viejo conocido con un nuevo nombre. (I)


Year 3 - Week 35

ISSN 2603 - 9931

Rememorando a mi buen amigo Juanjo Pajuelo, “aquí está todo inventado”, lo que me lleva a pensar que quizá nuestra labor consista sencillamente en recordar la historia y, aprendiendo de errores que ya se solventaron en el pasado, evitar así malgastar vidas humanas innecesariamente. En mi opinión, el verdadero reto consiste en encontrar el modo de adaptar viejas tácticas a las nuevas amenazas y a las nuevas tecnologías.

Se habla de cómo los Reyes Católicos en el sitio de Málaga ya tenían un método de evacuación de heridos que consistía en un sistema de ambulancias que transportaba a las bajas en combate hasta hospitales de campaña. Ya en aquella época se conocía que la recogida de los caídos después de la batalla, y no durante ella, aumentaba considerablemente el número de víctimas mortales, una noción que fue evolucionando hasta una idea mucho más táctica que aparece reflejada en las campañas napoleónicas, donde se introduce el concepto de “ambulancia del Dr. Larrey”, un medio rápido, ágil y ligero que acercaba lo máximo posible el servicio de emergencias hasta la baja, siempre tratando de no poner en riesgo a los que debían prestar el auxilio.

Quizá el espacio entre conflictos sea el peor enemigo de los soldados. Se pierde la percepción de la realidad de un campo de batalla, olvidando lecciones aprendidas con sangre y sudor, y eso hace que el renacer de cada conflicto traiga consigo una gran cantidad de bajas (que recordemos que son personas y no únicamente números para exponer en los periódicos), que al finalizar el conflicto anterior no se hubieran producido. Aquel “si vis pacem para bellum“, esas palabras que aunque parecen ser falsamente atribuidas a Julio Cesar, sin duda pertenecen a un ejército que sobrevivió a continuas batallas como fueron las Legiones romanas, son una auténtica lección identificada que parece que se nos olvida una y otra vez.

Por todo ello, y teniendo presente la triste experiencia de Estados Unidos en incidentes violentos con múltiples víctimas, después de muchas lecciones identificadas se ha creído conveniente e indispensable el hecho de considerar la táctica como parte de la atención sanitaria y adaptar el rescate táctico en entorno civil al protocolo utilizado por el ejército estadounidense, que obtuvo la mayor tasa de supervivencia en batalla durante la guerra contra el terror en Afganistán e Irak. Este protocolo de rescate táctico parte de la premisa de que “sin rescatador no hay rescate”, por lo que mientras la amenaza permanezca activa, hay que comportarse acorde a unas tácticas y procedimientos específicos para este tipo de situaciones, para evitar que el rescatador se convierta en víctima, como reza la máxima de todos los grupos de rescate.

Tanto es así, que en la atención sanitaria del entorno civil, los términos acuñados para definir las secuencias de tiempo, el espacio y las acciones a realizar reflejados en el TECC (Tactical Emergency Casualty Care), son adaptaciones de aquellos reflejados en los protocolos diseñados para los primeros intervinientes en entorno bélico, es decir, en el TCCC (Tactical Combat Casualty Care).

Tanto en uno como en otro se contempla una secuencia de tres fases diferenciadas dependiendo claramente del nivel de amenaza. En primer lugar, D.T.C (Direct Threat Care) o Cuidados bajo amenaza directa del TECCC (“Care Under Fire”, en el entorno bélico); en segundo término se plantea I.T.C. (Indirect Threat Care) cuidados bajo amenaza indirecta (“Tactical Field Care” del TCCC); y por último y más variable en los últimos años, el E.C. (Evacuation Care) o cuidados en la evacuación del TECC, que tiene su equivalente TACEVAC (“Tactical Ecvacuation Care”, cuidados en la evacuación táctica del TCCC).

Todas estas fases nos marcan por un lado el nivel de la amenaza, y en consecuencia el nivel de alerta que deberíamos tener y con qué personal debemos tener, así como cuál es la capacitación requerida para asistir en condiciones de seguridad en cada una de estas zonas. La zona denominada caliente, roja o de impacto está acotada por el espacio en el que estamos bajo una acción directa del enemigo ya sea mediante el fuego, artefactos explosivos u otras amenazas activas o latentes; en la zona templada o naranja, estaríamos en potencial riesgo bajo acción indirecta, con lo que el peligro está latente pero tenemos una protección y un plausible control de la zona; finalmente, en la llamada zona fría, verde o azul, dependiendo del autor, encontramos un área donde podemos sentirnos seguros y preparar la evacuación de nuestras bajas. En cualquier caso, especialmente en el caso de amenazas activas, por su especial dinamismo no debemos perder la idea de que la amenaza esta próxima y de que lo que es zona naranja puede convertirse en roja en cuestión de segundos mientras la amenaza no haya sido neutralizada. Del mismo modo, amenazas latentes como explosivos no descubiertos –bombas trampa o no detectadas a tiempo-, pueden también cambiar la zonificación de la amenaza y las condiciones de la asistencia, por lo que la conciencia situacional es clave a lo largo de todo el proceso.

Finalmente, para comprender el Rescate Táctico hay que tener muy presente que lo más importante es la coordinación de todos los intervinientes, siendo fundamental un trabajo de planificación y entrenamiento previo que garantice la continuidad de la cadena de supervivencia táctico sanitaria. Así pues, de nada sirve una asistencia en zona rápida sin un sistema efectivo de evacuación al hospital. Este es uno de los principales caballos de batalla de los servicios de emergencia en los incidentes intencionados con múltiples víctimas, la regla del 20-60-90, entendido esto como los tiempos de evacuación necesarios desde la zona caliente hasta el quirófano adecuado, implicando todos los medios y personal necesarios para maximizar la tasa de supervivencia de las víctimas. Lo que me conduce a otra de las máximas de los equipos de rescate… “sin coordinación no hay rescate”, y como mencionábamos, en este sentido ningún equipo nace con las competencias adquiridas, es un trabajo de entrenamiento e interiorización. Pero ello lo dejamos para un futuro artículo.

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