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  • David Crevillén - GrupoDC Solutions / Beatriz

Protocolo ÍBERO: Respuestas cohesionadas ante incidentes activos


Year 3 - Week 27

ISSN 2603 - 9931

Cuando incidentes armados como el de instituto de Columbine (1999), el campus universitario Virginia Tech (2007) o el propio ataque a la escuela primaria de Sandy Hook (2012) llegaban a las noticias en España, propios y extraños estábamos psicológicamente preparados para pistoleros y tiros en la nuca y, como forma de ataque indiscriminada, para el coche bomba. El enemigo era conocido, ETA, y décadas de lucha antiterrorista habían producido la interiorización de patrones de respuesta ante incidentes armados que guardaban gran similitud entre sí. 2004, tras el 11-S en 2001, puso de manifiesto que una nueva amenaza acechaba en las sombras, materializada en el 11M que costó la vida a 192 víctimas que viajaban en los trenes explosionados en Madrid. Esta nueva amenaza era más letal que ETA, pues sus objetivos legítimos -de acuerdo con el nuevo discurso de odio empleado- era la sociedad occidental en general: el jihadismo de al-Qaeda buscaba el ataque mediático y masivo, espectacular, capaz de hacerse tambalearse a gobiernos enteros. 2015 cambió esta percepción: los ataques sucesivos de enero (Charlie Hebdo) y noviembre (Sala Bataclan) en París pusieron de manifiesto que Europa, y en ella España, se enfrentaba a un cambio en el modelo de ataque, a un cambio en el tipo de amenaza y a un cambio en el tipo de víctimas. Y ello requería una revisión del protocolo de actuación, tanto respecto a la gestión del incidente como respecto al tratamiento de las víctimas.

Si partimos de la definición de incidente activo como aquél en el cual un individuo o grupo de individuos están activamente implicados en provocar el mayor número posible de víctimas mortales en un ataque armado breve en el tiempo pero de forma continuada, y en el cual dichas víctimas potenciales tienen la capacidad, a través de su respuesta a dicho ataque, de minimizar el número final de bajas, encontramos que el catálogo general de modus operandi que caen en esta categoría son, principalmente, los incidentes de tirador activo, llevamos a cabo con armas de fuego, pero también nuevas formas de terrorismo como apuñalamientos o atropellos en masa. Es a este panorama ampliado respecto al que España tradicionalmente se ha enfrentado debido a su lucha contra ETA, donde se enmarca la elaboración del Protocolo IBERO.

El Protocolo IBERO surge como proyecto en el seno de la subsecretaría de Sanidad Táctica de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES). El protocolo, que responde al algoritmo de trabajo Información del Incidente, Bloqueo de la amenaza, Escalonamiento de los servicios de emergencia, Respuesta y rescate, y Orden y evacuación, parte de la base del análisis de la amenaza y de las cuatro fases de la cadena de supervivencia táctico-sanitaria que tienen lugar en la gestión de un incidente con múltiples víctimas, como los que hemos mencionado anteriormente.

La elaboración del Protocolo se ha articulado a través de una serie de grupos de trabajo encargados de desarrollar el contenido del documento de una forma multidisciplinar. Los grupos de trabajo abordan las siguientes áreas temáticas:

  • Primeros Intervinientes.

  • Operaciones Especiales.

  • NBQR.

  • Múltiples Víctimas.

  • Servicios de Emergencias Extrahospitalarios.

  • Servicios Hospitalarios.

  • Coordinación central 112.

  • Asistencia Psicológica.

De este modo, todas las fases de gestión del incidente, desde que éste se produce hasta que la cadena asistencial ha sido plenamente implementada, quedan cubiertas, abarcando desde el rol de los intervinientes inmediatos o víctimas civiles que se encuentra en el lugar del incidente e intervinientes inmediatos con deber de actuar, como sería el caso de los agentes de seguridad privada, al de los primeros intervinientes, aquel personal de emergencias no sanitario, y finalmente, servicios de emergencias sanitarios pre-hospitalarios y servicios sanitarios de emergencias dentro de los centro hospitalarios.

El Protocolo IBERO remarca varios aspectos clave en la gestión del incidente activo:

  • La naturaleza activa del incidente es un factor clave en términos de número final de víctimas. No basta con que los primeros intervinientes estén preparados, también los intervinientes inmediatos deben estarlo. El dinamismo de la amenaza y su alta letalidad potencial en un breve espacio de tiempo provoca que en términos estadísticos una parte elevada del número final de víctimas se produzca en el intervalo de respuesta o tiempo que media entre el inicio del incidente y la llegada de los primeros respondientes. Por tanto, son los intervinientes inmediatos quienes han de tener unas nociones básicas en protocolos de actuación tales como Run-Hide-Fight o Stop the Bleeding o control de hemorragias masivas exanguinantes, principal causa de muerte en este tipo de incidentes, y Stop the Crying, en alusión a la prevención del bloqueo por estrés traumático durante un incidente que previene que la víctima sea capaz de implementar el algoritmo Run-Hide-Fight son claves en la minimización del número de víctimas y facilitadores de la posterior actuación táctica para la neutralización de la amenaza.

  • Son los primeros respondientes quienes tienen la responsabilidad de neutralizar la amenaza, partiendo de la premisa del alto grado de dinamismo que presentan estos escenarios, que son los cuerpos capacitados para acceder a la zona caliente del incidente, y que las zonas donde no existe amenaza directa pueden cambiar y convertirse en zona caliente a lo largo del propio periodo de gestión del incidente. En paralelo, resulta clave la formación sanitaria para que los equipos de respuesta táctica garanticen la propia cadena asistencial hasta que los efectivos sanitarios puedan acceder al lugar del incidente y asistir a las víctimas una vez que la amenaza ha sido neutralizada. De nuevo, los tiempos son clave y para ello también lo es la coordinación y la presencia de unas directrices uniformes y homogeneizadas de actuación que permitan mejorar la seguridad de todos los intervinientes y el uso de recursos de forma eficiente y adecuada al tipo de incidente y de víctimas.

  • El triage de las víctimas debe de llevarse a cabo de acuerdo con la zonificación dinámica del incidente, y de la eficiencia de ello en términos de tiempo y seguridad depende la garantía de la cadena asistencial y de que las víctimas tengan posibilidades de supervivencia desde que son evacuadas hasta su llegada a centros hospitalarios. Atentados como los de Sinai en octubre de 2017 y Kabul en enero en 2018 muestran cómo el terrorismo internacional ha integrado sobre bases cotidianas no solo los ataques en objetivos blandos, sino que los servicios de asistencia médica se han convertido en parte de estos objetivos en un intento por maximizar el número de víctimas, añadiendo un aspecto más a considerar en la protección de la cadena asistencial.

El trabajo integrado de los diversos equipos de trabajo pretende proporcionar una respuesta integrada a los diversos intervinientes, desde el ciudadano y el personal de seguridad privada, en el grupo de trabajo sobre Primeros Respondientes en el que GrupoDC Solutions colabora con sus ya tres años de investigación y aplicación de nuevas técnicas de respuesta, a los primeros respondientes y servicios sanitarios prehospitalarios y hospitalarios, teniendo en cuenta que esta unificación de criterios es de especial relevancia en un país como España donde diversas jurisdicciones pueden conllevar distintos mecanismos de actuación que dificulten y pongan en riesgo los patrones homogéneos de gestión y en consecuencia, la eficacia a la hora de garantizar la cadena de asistencia. Desde la subsecretaría de Sanidad Táctica de SEMES, desde sus distintos equipos de trabajo y desde GrupoDC Solutions esperamos que el Protocolo IBERO aborde y provea de estas pautas homogéneas, multidisciplinares y adaptadas al nuevo escenario de amenaza que toda la sociedad en su conjunto enfrenta.

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