top of page
  • David Crevillén - GrupoDC Solutions / Beatriz

De armas y "Red Flags": El tiroteo en el instituto Parkland


Year 3 - Week 13

ISSN 2603 - 9931

El pasado 14 de febrero un antiguo estudiante del Instituto Marjory Stoneman Douglas, en Parkland, Florida, del cual había sido expulsado por problemas de comportamiento tiempo atrás, entró en las instalaciones armado y abatió a diecisiete de sus antiguos compañeros y profesores e hiriendo a más de una docena, antes de ser arrestado. Según fuentes policiales, el atacante, Nikolas Cruz, llevaba una máscara de gas, granadas de humo, un rifle AR-15 y varios cargadores. Cruz activó la alarma anti-incendios y cuando estudiantes y profesores comenzaron a evacuar el edificio, abrió fuego sobre ellos. El ataque se ha convertido en el tercero por número de víctimas tras la escuela primaria de Sandy Hook (2012) y el campus universitario Virginia Tech (2007), sobrepasando al ya mítico tiroteo en el instituto Columbine (1999).

Podemos definir el fenómeno específico de los tiroteos en escuelas, incidentes de tirador activo con unas especificidades propias, como actos donde estudiantes o antiguos estudiantes atacan su propia escuela. Son acciones que tienen lugar durante el día, a plena vista de las víctimas potenciales, que son seleccionadas al azar o como símbolos de la escuela. Los tiroteos en escuelas se asemejan en este sentido a los incidentes de tirador activo en el puesto de trabajo, donde existe una relación entre el tirador y el lugar-objetivo y las víctimas potenciales, pero en ambos casos queda excluida la violencia selectiva como sería la violencia de género o entre bandas enfrentadas.

Conforme surgen nuevos datos sobre la investigación y la personalidad de Cruz, se sabe que el adolescente era huérfano y que su madre adoptiva había fallecido meses atrás, lo cual había terminado de desestabilizar al joven, sumiéndole en una profunda depresión. A ello se une que Cruz mostraba una temprana obsesión con las armas de fuego y un historial de violencia con animales, compañeros de clase y vecinos. En el momento del tiroteo Cruz vivía con la familia de un amigo y poseía un armero de su propiedad; según los cuerpos de seguridad, Cruz había comprado en el último año diez armas, todas ellas rifles, a lo que se unían pistolas de perdigones y escopetas.

Las “banderas rojas”: conductas de riesgo.

De este relato surgen varias preguntas acerca de la presencia de una serie de indicadores que no fueron detectados por las agencias de seguridad tanto a nivel local como estatal y que podrían haber evitado la tragedia. Estos indicadores, o “conductas de riesgo”, evidencian la aceleración que sufre un individuo en términos de riesgo durante una escalada en su comportamiento violento. Son cambios agudos, dinámicos y observables en las pautas de comportamiento del individuo, que contribuyen a que los profesionales emitan un dictamen en la evaluación del individuo como riesgo potencial así como la identificación de posibles factores desencadenantes. El Workplace Assessment of Violence Risk (WAVR-21) del doctor Reid Meloy y cuyo marco teórico difiere respecto a los incidentes de tirador active en escuelas en la edad de los atacantes y la ubicación del objetivo, identifica cinco ítems que pueden ser considerados comportamientos de riesgo: motivación para la violencia, fantasías, ideas homicidas, intenciones violentas o amenazas, acceso y capacidad de manejo de armas, y preparación y planeamiento pre-ataque. Al menos los últimos cuatro elementos se daban en la personalidad de Nikolas Cruz: declaró en redes sociales su odio racial por negros, judíos u homosexuales, se autoproclamaba un tirador activo profesional y presumía de haber comprado buen número de armas y equipamiento táctico durante los últimos meses, lo cual demuestra que el ataque estaba bien preparado, como también lo hace el hecho de que el tirador contase con múltiples cargadores y que accionase la alarma anti-incendios con la finalidad de maximizar el número de víctimas. Sin embargo, probablemente la pérdida de su madre como hecho traumático camufló el verdadero origen de estas señales de alarma, produciéndose un fallo en la evaluación del riesgo que Cruz representaba.

Sea como fuere, estos comportamientos de riesgo toman una especial forma en el perfil del pseudocomando. En un artículo ya clásico del doctor James Knoll (2010)[1], este perfil se define como el tipo de asesino en masa que mata públicamente durante el día, planea cuidadosamente el ataque, al que acude preparado con un arsenal de armas de fuego, y no cuenta con un plan de escape, sino que espera morir a lo largo del incidente, bien por suicidio o bien abatido. Las motivaciones que llevan al pseudocomando a matar son un fuerte sentimiento de enfado o resentimiento, debido a la percepción de ser perseguido o maltratado por la sociedad, a lo que pretende dar una respuesta proporciona al daño. Mullen (2004)[2] añade que la figura del pseudocomando está altamente interesada en las armas de fuego y tiene una personalidad marcada por la suspicacia, la escasa integración social, rasgos obsesivos que limiten sus interacciones sociales y, en sentido contrario, un narcisismo agudo donde el suicidio-asesinato son parte de la trama. Este elemento de grandiosidad hace que los tiradores activos con este perfil en general y los pseudocomando escolares en concreto tiendan a emular a sus predecesores e intenten superarlos: en este sentido y de acuerdo a Mullen, los pseudocomando son imitadores.

Siguiendo a Knoll y Mullen, podemos perfilar a Nikolas Cruz como un asesino en masa en base al número de víctimas –definiendo un asesinato en masa aquél con más de cuatro víctimas en un mismo periodo de tiempo, es decir, sin periodo de enfriamiento entre víctima y víctima. El ataque, como hemos mencionado previamente, fue planeado previamente en base a la cantidad de munición y al desarrollo del modus operandi. Las armas de fuego jugaban un papel vital en la definición de la personalidad de Cruz, a tenor de sus cuentas en redes sociales y su interacción con sus seguidores. Finalmente, aunque el patrón en este perfil es el del asesinato-suicidio, este elemento tiene un precedente destacable que actúa como precedente: el ataque en la escuela de secundaria Westside, de Jonesboro, perpetrada por Andrew Golden y Mitchel Johnson.

El caso de Andrew Golden y Mitchel Johnson es de gran relevancia, pues a día de hoy son ciudadanos libres con un expediente limpio. Fueron liberados al cumplir la mayoría de edad pues en el momento de llevar a cabo el ataque ambos eran menores: Johnson tenía 13 años y Golden tan solo 11. Los niños obtuvieron las armas del abuelo de Golden en marzo de 1998, fueron a la escuela en la furgoneta del padre de Johnson, se escondieron frente a la entrada del colegio y cuando Golden accionó la alarma anti-incendio y profesores y alumnos comenzaron a evacuar el edificio, ambos niños comenzaron a disparar sobre ellos, con un saldo de cuatro estudiantes y un profesor muertos y de once heridos más. Vestidos con ropa de camuflaje, ambos tiradores fueron detenidos cuando trataban de huir en la furgoneta: el planeamiento del ataque no terminaba en suicidio sino en una ruta de escape que fue frustrada por la policía. Las similitudes son patentes entre ambos casos, pero todavía resultan más llamativas si atendemos a los perfiles psicológicos de Andrew Golden y Nikolas Cruz.

Los rasgos psicopáticos: las categorías de Langman.

Desafortunadamente, los comportamientos de riesgo no representan una solución única. Pese a que se puedan descubrir pautas, otras muchas variables se interconectan en la personalidad. No todos los adolescentes acosados, deprimidos o narcisistas se convierten en asesinos en masa. Por ejemplo, un factor que se relaciona con los tiroteos en escuelas es el acceso a armas de fuego; este factor define el modus operandi e incluso el número prospectivo de víctimas. Pero por sí misma, la presencia de armas no explica los tiroteos: en áreas donde la propiedad de armas es frecuente pero no se producen asesinatos –zonas con presencia de bandas armadas, etc.- los tiroteos en escuelas se presentan como aberraciones frente a la norma socialmente aceptada de uso legal de las armas. Lo mismo puede decirse de películas y videojuegos de contenido violento: si bien son una poderosa influencia con un papel de desensibilización en los jóvenes e incluso actuando como una práctica virtual del asesinato, tampoco existe una conexión directa entre estos y la comisión del delito. En tercer lugar, el rechazo real o percibido también es común en los tiradores activos en centros escolares, si bien también es un sentimiento común en la franja de edad adolescente. La depresión, en cuarto lugar, es quizás el elemento más claramente conectado como factor desencadenante: el individuo percibe de forma más aguda sus fallos y envidian a sus compañeros, que parecen ser más felices y exitosos que ellos mismo, lo cual les lleva a una combinación de odio, rabia y pensamientos homicidas. Tampoco es causa suficiente el nivel de habilidades sociales: Eric Harris, uno de los tiradores de Columbine, tenía amigos con los que mantenía una cercana relación, si bien numerosos tiradores manifestaban sentirse solos e incluso aislados. ¿Qué diferencia entonces a los tiradores en escuelas? La respuesta radica en las especificidades psiquiátricas del individuo.

El doctor Peter Langman[3] presentó en su estudio de 2009 tres tipos de perfiles de tiradores activos en escuelas. El perfil traumatizado lo componen individuos de familias desestructuradas, que han sufrido abusos físicos o sexuales y donde al menos uno de los progenitores presentaba problemas de abuso de drogas o alcohol e historial criminal. El perfil psicótico lo forman individuos con familias intactas sin historias de abuso, pero por otra parte presentan síntomas de esquizofrenia o rasgos esquizotípicos, que incluyen delirios de grandeza y alucinaciones auditivas. Finalmente, el perfil psicópata procede también de familias intactas sin disfunciones significativas, dan muestras de narcisismo, falta de empatía y conciencia y comportamiento sádico.

El perfil psicopático incluye rasgos paranoides. Estos desórdenes de la personalidad presentan obsesión con la independencia, el autocontrol y la amenaza de fuerzas externas que tratan de controlar su voluntad. La personalidad psicopática es extremadamente sensible a las jerarquías y se presenta como un individuo arrogante y orgulloso pese a un sentimiento interno de debilidad. Todo ello conduce a una búsqueda de autonomía y empoderamiento que se plasma en el mensaje lanzado a través del ataque lanzado en la escuela. Los rasgos antisociales se refieren a la falta de empatía y rechazo de las normas sociales, morales o legales. El narcisismo es un rasgo compensatorio donde individuos que se sienten socialmente inadaptados contrarrestan esta percepción con una imagen propia de grandeza que oculta la necesidad de reconocimiento. Finalmente, un elemento diferenciador: el sadismo o experimentar excitación y satisfacción por el sufrimiento ajeno provocado, como manifestación de poder que llena el vacío interior del sádico.

Estos elementos son comunes a tiradores como Andrew Goldman (Jonesboro, 1998), Eric Harris (Columbine, 1999), y, de acuerdo con la información disponible facilitada por fuentes policiales, a Nikolas Cruz. Si analizamos los elementos comunes entre Jonesboro y Parkland, Golden era un niño encantador con familia y profesores, mientras que su comportamiento era totalmente diferente con vecinos y compañeros de clase, a lo que acosaba e intimidaba, y, especialmente, con gatos, a los que sistemáticamente disparaba o torturaba según sus vecinos. Un historial similar parece tener Cruz según sus vecinos, quienes afirman que de niño tenía peleas frecuentes con otros niños del vecindario y le gustaba diseccionar animales con objetos punzantes en el patio de su casa. A ello se une una bien conocida obsesión por las armas de fuego. Sin embargo, al igual que sucedía con Golden, que hacía gala de lo que se denomina “gestión de las impresiones” o capacidad de controlar su ira y mostrarse educado o respetuoso enfrente de su familia, Cruz también se hacía pasar por un chico normal y educado ante su familia de acogida. La gestión de las impresiones, otro rasgo psicopático, explica por qué las personas más cercanas al atacante pueden permanecer ajenas a los comportamientos de riesgo: el sujeto las esconde para garantizar el éxito de su plan. Y aunque no se puede conocer con certeza por qué ni Golden ni Cruz cometieron suicidio como lo hizo Eric Harris, una explicación plausible es porque su preferencia era la supervivencia de sus egos por encima de mandar un mensaje con su muerte.

Conclusiones abiertas.

Las causas que conducen al perfil pseudocomando que lleva a cabo asesinatos en masa en escuelas son multivariables e interconectadas, de modo que pueden interactuar tanto con el individuo como con su entorno también en múltiples modos. Es ahí donde reside la importancia de un adecuado análisis de riesgos y de la atención a los comportamientos de riesgo y potenciales indicadores de riego. Especialmente en el caso de Cruz muchos aspectos carecen por ahora de respuesta, puesto que la continua filtración de sus intenciones en redes sociales pasó desapercibida para las autoridades pese a las denuncias de familiares y conocidos. Pero probablemente el problema va más allá: las fuerzas de seguridad son reactivas, primero se comete el delito, y después se gestiona. Pero las medidas preventivas deben integrarse también en la ecuación, desde familia y amigos a servicios sociales, cada uno de ellos de acuerdo con sus capacidades y perfil profesional, para evaluar adecuadamente el nivel de riesgo potencial y los signos de alarma en individuos potencialmente peligrosos, y evitar que tengan acceso a armas de fuego. Protocolos como Run-Hide-Fight se han demostrado efectivos en la gestión del incidente activo, de modo que el apropiado entrenamiento para detectar y gestionar señales de alarma y establecer mecanismos más funcionales de comunicación con los profesionales capacitados para emitir una correcta evaluación de riesgo podría ser de ayuda. Como profesionales de la seguridad, aunque no psicólogos ni psiquiatras, somos conscientes de que la prevención, y en este caso la alerta temprana de este tipo de comportamientos y pautas pueden significar evitar el incidente antes de que éste se inicie.

[1] Knoll, J. (2010) “The Pseudocommando” mass murderer: Part I, the psychology of revenge and obliteration”, The Journal of the American Academy of Psychiatry and the Law, 38:87-94.

[2] Mullen, P. (2004) “The autogenic (self-generated) massacre”, Behavioral Sciences and the Law, 22:311-323.

[3] Langman, P. (2009) “Rampage school shooters: a typology”, Aggression and violent behavior, 14, 79-86.

bottom of page