- Beatriz Gutierrez
Del TCCC al TECC: I Curso de Asistencia Sanitaria en Atentados

Year 2 - Week 42
ISSN 2603 - 9931
Más de una decena de profesores e instructores vinculados al ámbito académico, sanitario, militar y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, todos ellos expertos en terrorismo, incidentes armados o sanidad de emergencias, entre los que nos encontrábamos el equipo de GrupoDC Solutions. Frente a ellos, treinta y tres alumnos también pertenecientes al mundo sanitario y de la seguridad. Reunidos durante cuatro días en Miranda de Ebro en el primer curso “Asistencia Sanitaria en Atentados Urbanos”, organizado por SEMES Castilla y León. Una respuesta que da idea de la demanda en el sector de formación específica en la gestión a una tipología de incidentes con múltiples víctimas tan infrecuente como letal.
GrupoDC Solutions iniciábamos el programa, estructurado en formación teórica por las mañanas y la celebración de talleres por las tardes, con una primera charla sobre la categorización de los distintos perfiles de atacantes armados que pueden provocar incidentes con múltiples víctimas, incluyendo síndrome de amok, perfiles pseudocomando y finalmente terrorismo, tanto en su estructura celular clásica como en la emergente del lobo solitario, y, partiendo de ella, una revisión de modus operandi. Tras esta somera base introductoria, queda claro y así se orienta el resto del curso, que los incidentes con múltiples víctimas vinculados a ataques terroristas adquieren un nuevo cariz: son actos de violencia equiparable a un contexto bélico. En este sentido contamos con una ventaja: si bien el terrorismo es un fenómeno difuso y polimorfo que busca instilar el miedo en la sociedad, la sociedad como Estado tiene mecanismos de respuesta testados, protocolizados y efectivos, y que están basados en una disciplina tan clásica como necesaria, como es la sanidad de combate. El denominado TCCC (Tactical Combat Casualty Care) recoge toda una serie de protocolos de actuación médica bajo fuego sobre los tres principales mecanismos lesionales en combate: hemorragia masiva, neumotórax y obstrucción de vías aéreas. Sin embargo, el hito viene marcado por el incidente de tirador activo de Sandy Hook (2012) en el que un joven, Adam Lanza, irrumpió en la escuela primaria de Sandy Hook, Connecticut, asesinando a 28 personas entre niños y profesores. A este ataque se unían otros como Columbine, Oslo y Utoya, el Teatro Aurora, y posteriormente la Sala Bataclán, el aeropuerto de Estambul o los clubes Pulse o La Reina. A lo largo de cinco años, la existencia del fenómeno de los tiradores activos en sus versiones terroristas y no terroristas puso de manifiesto la necesidad de traducir los protocolos TCCC al contexto civil: el Consenso Hartford da respuesta a esta necesidad, señalando mecanismos para adaptar las necesarias técnicas de respuesta asistencial en combate al entorno civil.
La principal diferencia entre TCCC y su adaptación civil o TECC (Tactical Emergency Casualty Care) radicará en la definición de actores y en la zonificación derivada del algoritmo THREAT (Threat Supression, Hemorrhage control, Rapid Extrication to safety, Assessment by medical providers, Transport to definitive care): mientras en un contexto de combate el algoritmo completo es implementado por fuerzas armadas, desde la neutralización de la amenaza al transporte hospitalario, en el ámbito civil, donde como ya hemos señalado las consecuencias de un atentado terrorista van a ser similares, se requiere una diversificación de actores y una zonificación del entorno operativo. En este sentido, el Consenso Hartford diferencia entre interviniente inmediato (los ciudadanos y víctimas potenciales que se encuentran en el lugar del incidente, y que correctamente formados pueden jugar un rol clave en la primera asistencia, autoasistencia y minimización inicial de bajas, especialmente a través del control de hemorragias) y el primer respondiente, que en términos generales son fuerzas y cuerpos de seguridad y servicios de emergencias. Puesto que la primera premisa es la supresión de la amenaza, de ello se infiere una zonificación de acción inicial donde habrá una zona roja a la que solo accederán los actores con capacidad de suprimir la amenaza (equipos de intervención policial, etcétera), una zona de evacuación inicial de heridos donde se producirá la clasificación de los mismos por el personal sanitario (triajes, o Assessment by medical providers) y finalmente una zona de asistencia primaria y evacuación a hospitales conforme a la gravedad de las lesiones.
Una vez establecido este marco teórico inicial, una serie de instructores procedentes del ámbito sanitario y de emergencias, de FCSE y de Fuerzas Armadas (paramédicos del MOE) continuaron la formación ampliando elementos teóricos específicos acompañados de talleres prácticos por las tardes. Así, a lo largo de tres tardes se celebraron talleres de:
Control de hemorragias con torniquetes y diversas vendas hemostáticas. Los alumnos aprendieron técnicas de autoasistencia, de correcta colocación del torniquete y de torniquetes con medios de fortuna, y de cómo aplicarlos correctamente sobre víctimas. Un taller paralelo presentaba los distintos tipos de vendaje hemostático, sus especificidades y componentes y técnicas de compresión y empaquetado de lesiones con hemorragia exanguinante. La hemorragia masiva es la principal causa de muerte en atentados terroristas, acabando con una vida humana en una media de 3-4 minutos, por lo que la reacción rápida es vital, como así constatan los Consensos de Hartford.
Talleres de acarreos y porteos en situaciones de emergencia. Se orientan no tanto al traslado como a la evacuación bajo amenaza, correspondiéndose con “Rapid Extrication to safety”, es decir, poner a la víctima en lugar seguro. El tercer día afectivos de MOE y GAR proporcionaron ejemplos de diversos tipos de camilla de campaña y para entornos diversos como montaña, realizándose diversos ejercicios con ellas y explicando en qué contexto y que ventajas e inconvenientes presenta cada una. El uso de camillas correspondería en líneas generales al último estadio del algoritmo THREAT, evacuación hospitalaria definitiva, una vez neutralizada la amenaza ya clasificado el nivel de gravedad de las lesiones del herido.
Taller de triajes o clasificación de la gravedad de las lesiones del herido para facilitar su asistencia específica y la priorización de la evacuación, según código de colores negro (víctima mortal), rojo (gravedad extrema), amarillo (menor gravedad cuyo transporte puede esperar) y verde (lesiones que no precisan tratamiento médico urgente, comúnmente heridos “que pueden andar”). Los triajes permiten economizar recursos y facilitar la toma de decisiones en contextos de incidente con múltiples víctimas.
Taller de protocolo Run-Hide-Fight. Simulación a pequeña escala en el interior de un colegio de un incidente armado con explosión y múltiples víctimas en que los alumnos debían poner a prueba cuál era la opción más adecuada: correr –evacuar o abandonar el lugar del ataque para ponerse a salvo-, esconderse cuando la evacuación no es posible o luchar en caso de que las otras dos opciones sean inviables y exista un peligro inminente para la propia vida.
Taller de orientación en condiciones de escasa o nula visibilidad. Los distintos tipos de atentado terrorista pueden conllevar tener que llevar a cabo una evacuación o intervención en condiciones de escasa o nula visibilidad, enfrentándose a riesgos añadidos como gases tóxicos o derrumbes. En este taller los alumnos también practicaron escenarios de movimiento y orientación en condiciones de oscuridad, así como evacuación con víctimas simuladas de diferentes pesos y tamaños.
Taller de colocación de vía intraósea. Práctica sobre la colocación de vías intraóseas, cuya principal ventaja es la rapidez frente a vías alternativas y la alta efectividad en el caso de que vías tradicionales sean impracticables por el contexto, las condiciones del paciente o la urgencia de la situación.
Taller de apertura de vía aérea. La obstrucción de las vías aéreas es la tercera causa de muerte en incidente armado. Se dedicó un taller a técnicas y prácticas de intubado, apertura de vías, ventilación y fijación de emergencia del dispositivo para garantizar su supervivencia a lo largo del traslado a hospital.
Finalmente, todos estos talleres se pusieron en práctica la noche del sábado en el campo de fútbol de Miranda de Ebro, a través de un ejercicio simulado de incidente de tirador activo donde, tras la neutralización de la amenaza por un equipo táctico del MOE, se pusieron a prueba las habilidades adquiridas por los alumnos en materia de triajes y clasificación, toma de decisiones en cuanto a tratamientos a seguir y a priorización de evacuaciones a hospital.
Comenzábamos este artículo remarcando la demanda que hay en la sociedad española de este tipo de formaciones, y queremos concluir con el mismo pensamiento. A lo largo de cuatro días son muchas las sinergias que se han generado, muchas las ideas que han emergido sobre qué líneas se podrían implementar en un escenario tan complejo como el de la gestión de los incidentes armados, muchos los distintos perfiles que pueden sumar desde su especificidad profesional al entramado de intervinientes inmediatos y primeros respondientes. La protocolización sanitaria en la materia es vital, pero no se debería extinguir ahí, pues la sociedad demanda respuestas integradas y un lenguaje común. Por ello, como miembros no sanitarios del proyecto que encarna SEMES, queremos daros las gracias por la oportunidad de haber representado en este programa formativo al sector privado y securitario de la gestión de incidentes, y por iniciar el camino pionero de la multidisciplinariedad en pro de una sociedad más segura.
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